Friday, July 9, 2010

Yo ya no ronco!

Así llego diciendo Fausto, contentote, con los dientes de fuera. Habían pasado ya una o dos semanas de la sesión de hipnotismo a la que se había sometido para aliviarse de ese mal que hacía que las mujeres salieran huyendo de su cama antes de que cantara el gallo. Igualmente sufrimos nosotros, sus amigos, cuando nos ibamos de vacaciones y compartíamos habitacion en un hotel, o peor aún, tienda de acampar.

Antes que nada, es preciso establecer la magnitud de estos ronquidos. Según yo, todo ser roncador empieza con un leve ronrroneo, como un gato. De ahí pasa al siguiente nivel; se abre un poco la boca y la garganta empieza a vibrar. En seguida, si es que se trata de un roncador experto, la garganta y la nariz alternan entre inhalación y exhalación para producir un par de ronquidos de buen sonido. Las fosas nasales tiemblan vigorosamente, la boca se abre como si estuviera en una sesión de dentista y se produce un último ronquido espectacular que resulta en una de dos: el sujeto se despierta sin saber que le pasó o se termina la sinfonía. En ese momento, uno puede aprovechar para conciliar el sueño y a la mañana siguiente la sinfonía merecerá, si acaso, una breve nota durante el desayuno.

Fausto, que es un experto en eso del ronquido es capaz no solo de llegar al climax de la sinfonía sino dar el brinco a un encore aún más fuerte. La unica forma de terminar su concierto es bajar el switch general! O sea, o le dan un par de patadas o nunca termina.

Ruido con decibeles tan altos sólo los puedo comparar al claxon de un trailer de doble semi-remolque. De esos que les vale madres y no se quitan en las carreteras de doble sentido.

Ahora que hemos establecido la magnitud de su ronquido, se imaginan la felicidad que sentía Fausto cuando se graduó de su sesión. Largas horas compartiendo sus experiencias con extraños, agarrandose las manos, cantando y haciendo la famosa dinámica de confianza en la que te tiras de espaldas y los compañeros te cachan. Todo eso valió la pena para no tener que despertar sólo y apenado porque la novia amaneció en la sala con cara de waffle y pelos de gato en la ropa.

Cuándo el llego a playa del carmen nos dijo: no hay pedo, yo comparto cuarto con el que sea... ya no ronco.

Unas horas después, después de comer, llego la hora de la siesta y tomamos este video:
http://www.youtube.com/watch?v=G5u1gln7Tjw&feature=player_embedded

No comments:

Post a Comment