Friday, July 9, 2010

Trucos de Magia

Hay tres eventos que caracterizan los veranos en Toronto, los playoffs de la NHL, cruzar de la ciudad a la isla y pride week.

Pride week es una semana en la que la comunidad gay desfila por las calles haciendo gala de su orientación sexual y mostrando su orgullo por pertenecer a ese grupo. Hay de todo: travestis, lesbianas en motos, bomberos, soldados etc. Además de los desfiles la zona gay de Toronto se inunda de mariposas que vienen de visita y uno que otro espectador curioso. Entre esos curiosos estábamos mi amigo el “rico suave”, su amiga Natalia y yo. Natalia fue la que nos convenció en acompañarla a este rincón de la ciudad para presenciar un concierto de drag queens. Pensando que ella también era una novata en esto de invadir territorio gay decidimos hacerle compañía y defenderla ante el ataque de alguna princesa.

Resulta que Natalia era toda una experta en la materia. A pesar de la enorme parvada de mariposas que revoloteaban cerca de la entrada, Natalia logro meternos al bar sin hacer cola. Y eso ya es ganancia, ya que hacer cola respirando testosterona disfrazada de estrógeno es como pasear al lobo con disfraz de cordero… en cualquier descuido te muerde una nalga. Sin embargo, no hacer cola fue un pequeño obstáculo comparado con el ambiente dentro del bar. No había otra opción más que pegar las nalgas a la pared. Las divas subían y bajaban del escenario y de camino tomaban un muestreo del público, literalmente: a Natalia le manoseaban las tetas (y ella a ellos/ellas también), a los más suertudos (así se creían ellos) les pesaban el paquete y a los desafortunados les pellizcaban las nalgas. Mientras tanto, el “rico suave” y yo intentábamos obtener camuflaje con la pared y pasar desapercibidos entre el disturbio.

Pero no sucedió así. Natalia se hizo amiga de una diva negra, como de 2 metros de altura y cuerpo de fisicoculturista. Entre daiquiris y margaritas comparaban el tamaño de sus tetas y la firmeza de sus nalgas. Resulta que la diva tenía entre sus habilidades, además de esconder el paquete y tener un cutis de bebe, hacer trucos de magia. Convencidos de presenciar algo interesante, el rico suave y yo arriesgamos el pellejo (de las nalgas) y nos acercamos.

El truco empezó un tanto diferente a lo que acostumbramos… en vez de conejo se usaba un condón, y en vez de varita de magia se usaba un dildo. El truco consistía en hacer desaparecer el condón. La diva tomó el condón con una mano y el dildo con la otra. Hizo unos pases mágicos con el dildo y soprendentemente el condón desaparecía. La diva le pidió a Natalia que extendiera su mano, palma arriba para hacerlo aparecer y a la cuenta de tres y con otro pase mágico del dildo, el condón apareció en la mano de Natalia. Ninguno de los tres lo podíamos creer, esto era casi como ver a Chris Angel en vivo. La diva saco otro condón de su bolsita y lo volvió a desaparecer. Esta vez, ya con más confianza, me pidió a mí que extendiera la mano. Con la misma destreza, hizo unos pases mágicos con el dildo y a la cuenta de tres, el condón apareció en mi mano. El rico suave no aguantaba su turno… estaba impaciente y más emocionado que cualquiera de las divas que pasaban a cantar éxitos de ABBA. Y no tuvo que esperar mucho. La diva sacó otro condón de su bolsita, lo pasó frente a nuestros ojos, lo estiró usando las dos manos y en cuanto soltó un extremo el condón se esfumó. Le pidió al rico suave que extendiera su mano y contando, una, dos, a la vez que golpeaba la mano con el dildo, tres! Esta vez el condón no apareció. La diva aprovechó nuestra lentitud visual y mientras buscábamos el condón siguiendo la mano de la diva, ella cambio el dildo y en la mano del rico suave apareció un tremendo salchichón! ¡Qué gran truco! No solo había desaparecido el condón, sino que se había aprovechado del rico suave y logro que le agarrara el paquete. Los tres gritamos al mismo tiempo… Natalia de emoción, el rico suave por asco, y yo por terror. ¡Qué cosa más grande!

Salimos disparados del bar, dejamos a Natalia y nos metimos a un “table dance” para confirmar nuestra masculinidad. Nunca más se habló del tema. Y desde entonces al rico suave no le doy la mano para saludarlo.

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